Para tangosalaclub.com               “Recuerdos de mi infancia…”

“La barrita de lacre y el fósforo”.

         Cuando nos mudamos a la casa de la calle Laprida 662, a menos de una cuadra de distancia del Correo Central, cruzando la Plaza 25 de Mayo, papá consiguió allí mismo, un apartado postal, lo que llamábamos “casilla de correo”… con el número 662…

         Recibíamos mucha correspondencia, por supuesto, admiradores solicitando fotografías de papi, de la orquesta y de los vocalistas. También llegaban, además de las cartas familiares, diversas invitaciones, pedido de presupuestos reservando fechas de próximas actuaciones y  los contratos firmados.

          El mecanismo de la contratación, generalmente funcionaba de la siguiente manera: después de haber acordado el presupuesto, llegaba el pedido de la reserva con un depósito. Entonces papá enviaba el contrato correspondiente con su firma y el club, o la sociedad, devolvía la copia firmada por ellos.

          Pero, muy importante, al sobre con el contrato, papá lo lacraba en el centro del cierre, y en las dos esquinas superiores, colocándole el sello metálico que había hecho hacer con sus iniciales, “JS”.

          Naturalmente, yo, sentado frente a él, en el escritorio, participaba seriamente de la sencilla ceremonia: la carta, contrato y sobre escritos a maquinilla, el lacrado de éste último y la colocación del sello sobre el lacre, previo ser pasado por la almohadilla húmeda.

          Una y otra vez mi reclamo no se hacía esperar:

-Papi, dejame probar…
-No Cachito… Te podés quemar… ¿Ves cómo se derrite el lacre sobre la llama del fósforo?…
-Sí…
-¿Ves cómo cae sobre el sobre?…
-Sí…
-Si te cae una gota en la mano… te vas a quemar… y eso duele mucho…
-Sí, pero dejame probar… no me va a pasar nada…
-Te voy a dejar poner el sello, ¿querés?…
-Está bien, papi…

Hasta que llegó el día que cansado ya de mi cantinela, me dio el lacre y dijo:
-Bueno… con mucho cuidado…
Tomé el lacre, encendí el fósforo y… diez segundos después… ¿Saben?… ¡Sí!… ¡Me quemé!…

Y a partir de ese momento, nuevamente mi colaboración consistió en colocar el sello metálico con las iniciales “JS”… ¡No más lacre y fósforos por mucho tiempo, amigos!…