Cae la tarde, en la esquina un viejo “organillero” hace sonar las cadenciosas y metálicas notas de una olvidada canción.
El almacén, con su vidriera opacada por el tiempo, el farol, con su luz amarillenta y en la otra vereda, el balcón cubierto de jazmines, dan su perfume a la esquina del barrio.
Es la escena que recordamos de aquellos tiempos. El conventillo, con su patio embellecido con los coloridos tiestos de malvones, el aljibe, y la enredadera trepando por las paredes gastadas, despintadas.
Aquellos inmigrantes que en los suburbios se anidaban en los “conventos”, los “tanos”, de los cuales adquirimos el “lunfardo”. Las largas tertulias musicales que acaparaban la atención de todos. Guitarras, tambores y el bandoneón alemán. reemplazando al tradicional acordeón a piano dominguero.
Candombe, “lunfardo”, inspiración porteña de grandes autores y músicos compositores. Así nace el tango. Nuestro tango, señores.
Un 24 de agosto, en 1899, nace en Buenos Aires, Jorge Luis Borges, poeta y escritor, que inmortalizó sus letras con algunos de los más importantes músicos argentinos, entre otros, Astor Piazzolla, Sebastián Plana, Aníbal Troilo.
Hoy tenemos jóvenes intérpretes de nuestro tango, nuevas corrientes, nuevos estilos. Pero el tango seguirá siendo eso, nuestra música ciudadana que nos recordarán los viejos tiempos de José Basso, Franchini-Pontier, Horacio Salgán, José Sala, Osvaldo Pugliese, Osvaldo Fresedo, Ricardo Tanturi y tantos otros que dejaron su sello en los años de oro. Ayer tuvimos a Edmundo Rivero, Julio Sosa, Alfredo Belusi… y hoy contamos con valores indiscutibles como Leonel Capitano, Patricia Torres, Germán Becker, Noelia Moncada…
Agradeciéndote el insustituible aporte realizado a nuestra música popular, donde sea que te encuentres, Jorge Luis, te deseamos un feliz cumpleaños y que tus versos perduren a través del tiempo y la distancia.
“Alguien le dice al tango”
Letra: Jorge Luis Borges
Música: Astor Piazzolla
Tango que he visto bailar
contra un ocaso amarillo
por quienes eran capaces
de otro baile, el del cuchillo.
Tango de aquel Maldonado
con menos agua que barro,
tango silbado al pasar
desde el pescante del carro.
Despreocupado y zafado,
siempre mirabas de frente.
Tango que fuiste la dicha
de ser hombre y ser valiente.
Tango que fuiste feliz,
como yo también lo he sido,
según me cuenta el recuerdo;
el recuerdo fue el olvido.
Desde ese ayer, ¡cuántas cosas
a los dos nos han pasado!
Las partidas y el pesar
de amar y no ser amado.
Yo habré muerto y seguirás
orillando nuestra vida.
Buenos Aires no te olvida,
tango que fuiste y serás.
José “Cacho” Sala
Agosto 24, 2020
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