“Sobre Osvaldo Fresedo”
Por José Osvaldo Sala

​¿Quién no recuerda este tango?… ¿Quién no recuerda estos versos?…:

​“Vida mía…
​Lejos más te quiero….
​Vida mía…
​Piensa en mi regreso…
​Sé que el oro
No tendrá tus besos…
Y es por eso…
Que te quiero más…”
20131117-204146.jpg

El 18 de Noviembre próximo, se cumplen veintinueve años que “El Pibe de la Paternal” falleció y nos dejó el recuerdo imborrable de su música y la interpretación del tango con su particular estilo.
De origen acomodado, Osvaldo Fresedo, nació en Buenos Aires el 5 de mayo de 1897. Su madre le dio las primeras lecciones de música, y cuando era pequeño, su familia se trasladó a un barrio más popular, donde empezó su interés por el tango. Aprendió a pulsar el bandoneón y siendo todavía adolescente integró varias de las más conocidas orquestas de la época de la “Guardia Vieja”.
Esos conjuntos formados por guitarra, bandoneón, violín y flauta o clarinete, ejecutaba los clásicos temas de la primera época, a principios del siglo, del tango audaz y compadrito.
En 1920 formó un cuarteto que integraban el violinista Tito Rocatagliatta y el pianista Enrique Pedro Delfino, con quienes viajó a los Estados Unidos, grabando varios discos en Camden, Nueva Jersey.
Ya de regreso en Buenos Aires presenta su primera orquesta a la que, desde el principio, imprimió su característico y particular estilo, el cual, a pesar de haber evolucionado en las siguientes décadas, se mantuvo inalterable en lo esencial, convirtiendo a su conjunto en un verdadero alarde de elegancia. Fue Fresedo, de hecho, uno de los renovadores del tango a principios de la década de 1920, junto con otros jóvenes músicos de ese momento, como Julio de Caro y Juan Carlos Cobián. Todos ellos, en base a su mejor nivel técnico, supieron imponer el estilo musicalmente más depurado que caracterizó al tango que desde entonces se dio en llamar el tango de la “Guardia Nueva”.
En la década de 1920, Fresedo tuvo una extraordinaria actividad como compositor y director de orquesta. Ya antes de esta época había compuesto “El espiante”, tema al que ahora se agregaban “Vida mía”, “El Once”, “Pimienta”, y muchos más.
Como director de orquesta, su actividad era incansable, como resultado de las grabaciones que le solicitaban y de su amplia aceptación entre el público, sobre todo el más pudiente, lo que le obligó incluso en alguna oportunidad a dividir su orquesta en cuatro y colocar cada una en un local nocturno diferente. Fue, sin duda, su mejor época desde el punto de vista comercial, y también, probablemente, autoral. Baste decir que solamente, entre los años 1925 y 1928, Fresedo grabó para el sello Odeón, cerca de 600 temas.
En muchas de estas grabaciones se oyen también las voces de estribillistas como Ernesto Famá (el más emblemático de sus cantores de esa época), Teófilo Ibáñez y Juan Carlos Thorry entre otros.
Alejado ya de Odeón y al frente de una orquesta de mayores dimensiones (como las que ya empezaban a constituirse a partir de la década de 1930), comienza lo que podríamos llamar su segunda época, con un estilo orquestal renovado y, sobre todo, con la presencia vocal de Roberto Ray (tal vez el más emblemático de los cantores de Fresedo). Las versiones del dueto Fresedo-Ray se encuentran entre las más recordadas de la historia del tango (Vida mía, Como una princesa, Isla de Capri, entre otras). Cuando en la década de 1940 aparece una nueva generación de músicos: (Aníbal Troilo, Osvaldo Pugliese, Miguel Caló, Alfredo De Angelis, Ricardo Tanturi, José Sala, Ángel D’Agostino, Luis Chera, etc.), que imponen el estilo característico de esta época, Fresedo procura adaptarse musicalmente a estos nuevos tiempos. Sin embargo, de alguna manera, ese intento le va a restar mucho de la fuerza del estilo fresediano que supo combinar de manera tan acertada ritmo y elegancia. A partir de aquí sus orquestaciones se hacen más lentas y elige cantores melífluos que incluso, en algún caso, le dan un cierto aire bolerístico a sus versiones.
A pesar de los constantes cambios que se suceden en el tango, Fresedo continúa grabando en los años 30 y 40 en RCA Victor, con el aporte de los cantores Ray, Ricardo Ruiz y Oscar Serpa. Luego pasa a grabar durante unos años en Odeón, hasta casi finales de los 50, y con los cantores Héctor Pacheco, Carlos Barrios y Armando Garrido. En 1959 inicia registros en Columbia, siendo uno de los primeros artistas en grabar en sonido Estéreo.
Fresedo continuó dirigiendo hasta su retiro en 1980, dejando de grabar ese año en el sello CBS, donde había grabado con Argentino Ledesma como último cantor invitado, constituyéndose así en el director de orquestas de tango de más larga trayectoria (si recordamos que se inició en este rol a comienzos de la década de 1920).
Los magníficos arreglos orquestales, con el ritmo acentuado de sus bandoneones, la melodiosa ejecución de los violines y el piano, dándole el marco a la inconfundible interpretación, hicieron de la orquesta de Osvaldo Fresedo una de las más exquisitas expresiones de la música popular argentina.
“…Vida mía,
hasta apuro el aliento
acercando el momento
de acariciar felicidad.
Sos mi vida
y quisiera llevarte
a mi lado prendida
y así ahogar mi soledad.”
Vida mía
Tango 1933
Música: Osvaldo Fresedo
Letra: Emilio Fresedo

20131117-204846.jpg